Sunday, December 16, 2007
Tuesday, July 11, 2006
Lo que dijo el Papa en Valencia
V- EMF ( Valencia, 8 y 9 de julio de 2006 )
PALABRAS DE BENEDICTO XVI EN ESPAÑA
“V ENCUENTRO MUNDIAL DE LAS FAMILIAS”
Valencia, 8 y 9 de julio de 2006
8 de julio de 2006
Ceremonia de bienvenida en el Aeropuerto de Manises (Valencia) - Discurso (8 de julio de 2006)
Oración del Papa en la Basílica de la Virgen de los Desamparados (8 de julio de 2006)
Rezo del Ángelus Domini en la plaza de la Virgen (8 de julio de 2006)
9 de julio de 2006
Santa Misa en la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia - Homilía (9 de julio de 2006)
Rezo del Ángelus Domini en la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia (9 de julio de 2006)
Ceremonia de despedida en el Aeropuerto de Manises (Valencia) - Discurso (9 de julio de 2006)
Telegrama de agradecimiento del Papa al Rey de España (9 de julio de 2006)
Ceremonia de bienvenida en el Aeropuerto de Manises (Valencia) - Discurso (8 de julio de 2006)
Majestades, Señor Presidente del Gobierno y distinguidas Autoridades, Señores Cardenales y Hermanos en el episcopado,
Queridos hermanos y hermanas:
l. Con gran emoción llego hoy a Valencia, a la noble y siempre querida España, que tan gratos recuerdos me ha dejado en mis precedentes visitas para participar en Congresos y reuniones.
2. Saludo cordialmente a todos, a los que están aquí presentes y a cuantos siguen este acto por los medios de comunicación.
Agradezco a Su Majestad el Rey Don Juan Carlos su presencia aquí, junto con
Expreso también mi deferente reconocimiento al Señor Presidente del Gobierno y a las demás Autoridades nacionales, autonómicas y municipales, manifestándoles mi gratitud por la colaboración prestada para la mejor realización de este V Encuentro Mundial.
Saludo con afecto a Monseñor Agustín García-Gasco, Arzobispo de Valencia, y a sus Obispos Auxiliares, así como a toda
Mis afectuosos saludos se dirigen también al Presidente del Consejo Pontificio para
3. El motivo de esta esperada visita es participar en el V Encuentro Mundial de las Familias, cuyo tema es "La transmisión de la fe en la familia". Mi deseo es proponer el papel central, para
Muy unido a todos los participantes, imploraré del Señor, por intercesión de nuestra Madre Santísima y del Apóstol Santiago, abundantes gracias para las familias de España y de todo el mundo.
¡Que el Señor bendiga copiosamente a todos vosotros y a vuestras queridas familias!
Oración del Papa en la Basílica de la Virgen de los Desamparados (8 de julio de 2006)
Ante
Con el corazón puesto en la misericordia divina, recemos todos juntos un Padrenuestro en sufragio de quienes están ahora en la presencia de Dios.
Mensaje a los obispos españoles durante la visita a la catedral y a la basílica de la Virgen de los Desamparados de Valencia (8 de julio de 2006)
Queridos Hermanos en el episcopado
Con gozo en el corazón, doy gracias al Señor por haber podido venir a España como Papa, para participar en el Encuentro Mundial de las Familias en Valencia. Os saludo con afecto, Hermanos Obispos de este querido País, y os agradezco vuestra presencia y los muchos esfuerzos que habéis realizado en su preparación y celebración. Aprecio particularmente el gran trabajo llevado a cabo por el Señor Arzobispo de Valencia y sus Obispos Auxiliares para que este acontecimiento tan significativo para toda
En realidad, la solicitud de todos vosotros ha hecho posible que se haya creado ya un ambiente de familia entre los mismos colaboradores y participantes de las diversas partes de España. Es un aspecto prometedor ante los deseos que habéis expresado en vuestro mensaje colectivo sobre este Encuentro Mundial, y también una invitación a recibir los frutos del mismo para proseguir una incesante e incisiva pastoral familiar en vuestras diócesis, que haga entrar en cada hogar el mensaje evangélico, que fortalece y da nuevas dimensiones al amor, ayudando así a superar las dificultades que encuentra en su camino.
Sabéis que sigo de cerca y con mucho interés los acontecimientos de
Conozco y aliento el impulso que estáis dando a la acción pastoral, en un tiempo de rápida secularización, que a veces afecta incluso a la vida interna de las comunidades cristianas. Seguid, pues, proclamando sin desánimo que prescindir de Dios, actuar como si no existiera o relegar la fe al ámbito meramente privado, socava la verdad del hombre e hipoteca el futuro de la cultura y de la sociedad. Por el contrario, dirigir la mirada al Dios vivo, garante de nuestra libertad y de la verdad, es una premisa para llegar a una humanidad nueva. El mundo necesita hoy de modo particular que se anuncie y se dé testimonio de Dios que es amor y, por tanto, la única luz que, en el fondo, ilumina la oscuridad del mundo y nos da la fuerza para vivir y actuar (cf. Deus caritas est, 39).
En momentos o situaciones difíciles, recordad aquellas palabras de
Movidos por vuestra solicitud pastoral y el espíritu de plena comunión en el anuncio del Evangelio, habéis orientado la conciencia cristiana de vuestros fieles sobre diversos aspectos de la realidad ante la cual se encuentran y que en ocasiones perturban la vida eclesial y la fe de los sencillos. Así mismo, habéis puesto
Hermanos en el episcopado, os exhorto encarecidamente a mantener y acrecentar vuestra comunión fraterna, testimonio y ejemplo de la comunión eclesial que ha de reinar en todo el pueblo fiel que se os ha confiado. Ruego por vosotros, ruego por España. Os pido que oréis por mí y por toda
Rezo del Ángelus Domini en la plaza de la Virgen (8 de julio de 2006)
Queridos hermanos y hermanas:
Al llegar a Valencia, he querido ante todo visitar el lugar que representa el centro de esta antiquísima y floreciente Iglesia particular que me recibe: su bella Catedral, donde he orado ante el Santísimo Sacramento y me he detenido ante la renombrada reliquia del Santo Cáliz. Allí he saludado a los Obispos, a los sacerdotes, religiosos y religiosas, que según su propio ministerio y carisma se esfuerzan por mantener viva la luz de la fe.
Después, ante
Ahora deseo saludaros con afecto, queridos seminaristas, acompañados de vuestros familiares, que viven con gozo la dicha de vuestra vocación. El amor, entrega y fidelidad de los padres, así como la concordia en la familia, es el ambiente propicio para que se escuche la llamada divina y se acoja el don de la vocación. Vivid intensamente los años de preparación en el seminario, con la ayuda y el discernimiento de los formadores, y con la docilidad y confianza total de los Apóstoles, que siguieron a Jesús prontamente. Aprended de
Y ahora, con amor filial y en valenciano, me dirijo a
Encuentro festivo y testimonial para la clausura del V Encuentro Mundial de las Familias en la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia - Discurso (8 de julio de 2006)
Amados hermanos y hermanas:
Siento un gran gozo al participar en este encuentro de oración, en el cual se quiere celebrar con gran alegría el don divino de la familia. Me siento muy cercano con la oración a todos los que han vivido recientemente el luto en esta ciudad, y con la esperanza en Cristo resucitado, que da aliento y luz aún en los momentos de mayor desgracia humana.
Unidos por la misma fe en Cristo, nos hemos congregado aquí, desde tantas partes del mundo, como una comunidad que agradece y da testimonio con júbilo de que el ser humano fue creado a imagen y semejanza de Dios para amar y que sólo se realiza plenamente a sí mismo cuando hace entrega sincera de sí a los demás. La familia es el ámbito privilegiado donde cada persona aprende a dar y recibir amor. Por eso
Ésta es la verdad que
La familia es una institución intermedia entre el individuo y la sociedad, y nada la puede suplir totalmente. Ella misma se apoya sobre todo en una profunda relación interpersonal entre el esposo y la esposa, sostenida por el afecto y comprensión mutua. Para ello recibe la abundante ayuda de Dios en el sacramento del matrimonio, que comporta verdadera vocación a la santidad. Ojalá que los hijos contemplen más los momentos de armonía y afecto de los padres, que no los de discordia o distanciamiento, pues el amor entre el padre y la madre ofrece a los hijos una gran seguridad y les enseña la belleza del amor fiel y duradero.
La familia es un bien necesario para los pueblos, un fundamento indispensable para la sociedad y un gran tesoro de los esposos durante toda su vida. Es un bien insustituible para los hijos, que han de ser fruto del amor, de la donación total y generosa de los padres. Proclamar la verdad integral de la familia, fundada en el matrimonio como Iglesia doméstica y santuario de la vida, es una gran responsabilidad de todos.
El padre y la madre se han dicho un "sí" total ante de Dios, lo cual constituye la base del sacramento que les une; asimismo, para que la relación interna de la familia sea completa, es necesario que digan también un "sí" de aceptación a sus hijos, a los que han engendrado o adoptado y que tienen su propia personalidad y carácter. Así, éstos irán creciendo en un clima de aceptación y amor, y es de desear que al alcanzar una madurez suficiente quieran dar a su vez un "sí" a quienes les han dado la vida.
Los desafíos de la sociedad actual, marcada por la dispersión que se genera sobre todo en el ámbito urbano, hacen necesario garantizar que las familias no estén solas. Un pequeño núcleo familiar puede encontrar obstáculos difíciles de superar si se encuentra aislado del resto de sus parientes y amistades. Por ello, la comunidad eclesial tiene la responsabilidad de ofrecer acompañamiento, estímulo y alimento espiritual que fortalezca la cohesión familiar, sobre todo en las pruebas o momentos críticos. En este sentido, es muy importante la labor de las parroquias, así como de las diversas asociaciones eclesiales, llamadas a colaborar como redes de apoyo y mano cercana de
Cristo ha revelado cuál es siempre la fuente suprema de la vida para todos y, por tanto, también para la familia: "Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que quien da la vida por sus amigos" (Jn 15,12-13). El amor de Dios mismo se ha derramado sobre nosotros en el bautismo. De ahí que las familias están llamadas a vivir esa calidad de amor, pues el Señor es quien se hace garante de que eso sea posible para nosotros a través del amor humano, sensible, afectuoso y misericordioso como el de Cristo.
Junto con la transmisión de la fe y del amor del Señor, una de las tareas más grandes de la familia es la de formar personas libres y responsables. Por ello los padres han de ir devolviendo a sus hijos la libertad, de la cual durante algún tiempo son tutores. Si éstos ven que sus padres -y en general los adultos que les rodean- viven la vida con alegría y entusiasmo, incluso a pesar de las dificultades, crecerá en ellos más fácilmente ese gozo profundo de vivir que les ayudará a superar con acierto los posibles obstáculos y contrariedades que conlleva la vida humana. Además, cuando la familia no se cierra en sí misma, los hijos van aprendiendo que toda persona es digna de ser amada, y que hay una fraternidad fundamental universal entre todos los seres humanos.
Este V Encuentro Mundial nos invita a reflexionar sobre un tema de particular importancia y que comporta una gran responsabilidad para nosotros: "La transmisión de la fe en la familia". Lo expresa muy bien el Catecismo de
Como se simboliza en la liturgia del bautismo, con la entrega del cirio encendido, los padres son asociados al misterio de la nueva vida como hijos de Dios, que se recibe con las aguas bautismales.
Transmitir la fe a los hijos, con la ayuda de otras personas e instituciones como la parroquia, la escuela o las asociaciones católicas, es una responsabilidad que los padres no pueden olvidar, descuidar o delegar totalmente. "La familia cristiana es llamada Iglesia doméstica, porque manifiesta y realiza la naturaleza comunitaria y familiar de
El lenguaje de la fe se aprende en los hogares donde esta fe crece y se fortalece a través de la oración y de la práctica cristiana. En la lectura del Deuteronomio hemos escuchado la oración repetida constantemente por el pueblo elegido,
Este encuentro da nuevo aliento para seguir anunciando el Evangelio de la familia, reafirmar su vigencia e identidad basada en el matrimonio abierto al don generoso de la vida, y donde se acompaña a los hijos en su crecimiento corporal y espiritual. De este modo se contrarresta un hedonismo muy difundido, que banaliza las relaciones humanas y las vacía de su genuino valor y belleza. Promover los valores del matrimonio no impide gustar plenamente la felicidad que el hombre y la mujer encuentran en su amor mutuo. La fe y la ética cristiana, pues, no pretenden ahogar el amor, sino hacerlo más sano, fuerte y realmente libre. Para ello, el amor humano necesita ser purificado y madurar para ser plenamente humano y principio de una alegría verdadera y duradera (cf. Discurso en san Juan de Letrán, 5 junio 2006).
Invito, pues, a los gobernantes y legisladores a reflexionar sobre el bien evidente que los hogares en paz y en armonía aseguran al hombre, a la familia, centro neurálgico de la sociedad, como recuerda
La criatura concebida ha de ser educada en la fe, amada y protegida. Los hijos, con el fundamental derecho a nacer y ser educados en la fe, tienen derecho a un hogar que tenga como modelo el de Nazaret y sean preservados de toda clase de insidias y amenazas.
Deseo referirme ahora a los abuelos, tan importantes en las familias. Ellos pueden ser -y son tantas veces- los garantes del afecto y la ternura que todo ser humano necesita dar y recibir. Ellos dan a los pequeños la perspectiva del tiempo, son memoria y riqueza de las familias. Ojalá que, bajo ningún concepto, sean excluidos del círculo familiar. Son un tesoro que no podemos arrebatarles a las nuevas generaciones, sobre todo cuando dan testimonio de fe ante la cercanía de la muerte.
Quiero ahora recitar una parte de la oración que habéis rezado pidiendo por el buen fruto de este Encuentro Mundial de las Familias:
Oh, Dios, que en
nos dejaste un modelo perfecto de vida familiar
vivida en la fe y la obediencia a tu voluntad.
Ayúdanos a ser ejemplo de fe y amor a tus mandamientos.
Socórrenos en nuestra misión de transmitir la fe a nuestros hijos.
Abre su corazón para que crezca en ellos
la semilla de la fe que recibieron en el bautismo.
Fortalece la fe de nuestros jóvenes,
para que crezcan en el conocimiento de Jesús.
Aumenta el amor y la fidelidad en todos los matrimonios,
especialmente aquellos que pasan por momentos de sufrimiento o dificultad.
(. . .)
Unidos a José y María,
Te lo pedimos por Jesucristo tu Hijo, nuestro Señor. Amén.
Santa Misa en la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia - Homilía (9 de julio de 2006)
Queridos hermanos y hermanas:
En esta Santa Misa que tengo la inmensa alegría de presidir, concelebrando con numerosos Hermanos en el episcopado y con un gran número de sacerdotes, doy gracias al Señor por todas las amadas familias que os habéis congregado aquí formando una multitud jubilosa, y también por tantas otras que, desde lejanas tierras, seguís esta celebración a través de la radio y la televisión. A todos deseo saludaros y expresaros mi gran afecto con un abrazo de paz.
Los testimonios de Ester y Pablo, que hemos escuchado antes en las lecturas, muestran cómo la familia está llamada a colaborar en la transmisión de la fe. Ester confiesa: "Mi padre me ha contado que tú, Señor, escogiste a Israel entre las naciones" (14,5). Pablo sigue la tradición de sus antepasados judíos dando culto a Dios con conciencia pura. Alaba la fe sincera de Timoteo y le recuerda "esa fe que tuvieron tu abuela Loide y tu madre Eunice, y que estoy seguro que tienes también tú" (2 Tm 1,5). En estos testimonios bíblicos la familia comprende no sólo a padres e hijos, sino también a los abuelos y antepasados. La familia se nos muestra así como una comunidad de generaciones y garante de un patrimonio de tradiciones.
Ningún hombre se ha dado el ser a sí mismo ni ha adquirido por sí solo los conocimientos elementales para la vida. Todos hemos recibido de otros la vida y las verdades básicas para la misma, y estamos llamados a alcanzar la perfección en relación y comunión amorosa con los demás. La familia, fundada en el matrimonio indisoluble entre un hombre y una mujer, expresa esta dimensión relacional, filial y comunitaria, y es el ámbito donde el hombre puede nacer con dignidad, crecer y desarrollarse de un modo integral.
Cuando un niño nace, a través de la relación con sus padres empieza a formar parte de una tradición familiar, que tiene raíces aún más antiguas. Con el don de la vida recibe todo un patrimonio de experiencia. A este respecto, los padres tienen el derecho y el deber inalienable de transmitirlo a los hijos: educarlos en el descubrimiento de su identidad, iniciarlos en la vida social, en el ejercicio responsable de su libertad moral y de su capacidad de amar a través de la experiencia de ser amados y, sobre todo, en el encuentro con Dios. Los hijos crecen y maduran humanamente en la medida en que acogen con confianza ese patrimonio y esa educación que van asumiendo progresivamente. De este modo son capaces de elaborar una síntesis personal entre lo recibido y lo nuevo, y que cada uno y cada generación está llamado a realizar.
En el origen de todo hombre y, por tanto, en toda paternidad y maternidad humana está presente Dios Creador. Por eso los esposos deben acoger al niño que les nace como hijo no sólo suyo, sino también de Dios, que lo ama por sí mismo y lo llama a la filiación divina. Más aún: toda generación, toda paternidad y maternidad, toda familia tiene su principio en Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo.
A Ester su padre le había trasmitido, con la memoria de sus antepasados y de su pueblo, la de un Dios del que todos proceden y al que todos están llamados a responder. La memoria de Dios Padre que ha elegido a su pueblo y que actúa en la historia para nuestra salvación. La memoria de este Padre ilumina la identidad más profunda de los hombres: de dónde venimos, quiénes somos y cuán grande es nuestra dignidad. Venimos ciertamente de nuestros padres y somos sus hijos, pero también venimos de Dios, que nos ha creado a su imagen y nos ha llamado a ser sus hijos. Por eso, en el origen de todo ser humano no existe el azar o la casualidad, sino un proyecto del amor de Dios. Es lo que nos ha revelado Jesucristo, verdadero Hijo de Dios y hombre perfecto. Él conocía de quién venía y de quién venimos todos: del amor de su Padre y Padre nuestro.
La fe no es, pues, una mera herencia cultural, sino una acción continua de la gracia de Dios que llama y de la libertad humana que puede o no adherirse a esa llamada. Aunque nadie responde por otro, sin embargo los padres cristianos están llamados a dar un testimonio creíble de su fe y esperanza cristiana. Han de procurar que la llamada de Dios y
Con el pasar de los años, este don de Dios que los padres han contribuido a poner ante los ojos de los pequeños necesitará también ser cultivado con sabiduría y dulzura, haciendo crecer en ellos la capacidad de discernimiento. De este modo, con el testimonio constante del amor conyugal de los padres, vivido e impregnado de la fe, y con el acompañamiento entrañable de la comunidad cristiana, se favorecerá que los hijos hagan suyo el don mismo de la fe, descubran con ella el sentido profundo de la propia existencia y se sientan gozosos y agradecidos por ello.
La familia cristiana transmite la fe cuando los padres enseñan a sus hijos a rezar y rezan con ellos (cf. Familiaris consortio, 60); cuando los acercan a los sacramentos y los van introduciendo en la vida de
En la cultura actual se exalta muy a menudo la libertad del individuo concebido como sujeto autónomo, como si se hiciera él sólo y se bastara a sí mismo, al margen de su relación con los demás y ajeno a su responsabilidad ante ellos. Se intenta organizar la vida social sólo a partir de deseos subjetivos y mudables, sin referencia alguna a una verdad objetiva previa como son la dignidad de cada ser humano y sus deberes y derechos inalienables a cuyo servicio debe ponerse todo grupo social.
Jesucristo es el hombre perfecto, ejemplo de libertad filial, que nos enseña a comunicar a los demás su mismo amor: "Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor" (Jn 15,9). A este respecto enseña el Concilio Vaticano II que "los esposos y padres cristianos, siguiendo su propio camino, deben apoyarse mutuamente en la gracia, con un amor fiel a lo largo de toda su vida, y educar en la enseñanza cristiana y en los valores evangélicos a sus hijos recibidos amorosamente de Dios. De esta manera ofrecen a todos el ejemplo de un amor incansable y generoso, construyen la fraternidad de amor y son testigos y colaboradores de la fecundidad de
La alegría amorosa con la que nuestros padres nos acogieron y acompañaron en los primeros pasos en este mundo es como un signo y prolongación sacramental del amor benevolente de Dios del que procedemos. La experiencia de ser acogidos y amados por Dios y por nuestros padres es la base firme que favorece siempre el crecimiento y desarrollo auténtico del hombre, que tanto nos ayuda a madurar en el camino hacia la verdad y el amor, y a salir de nosotros mismos para entrar en comunión con los demás y con Dios.
Para avanzar en ese camino de madurez humana,
En este sentido, quiero destacar la importancia y el papel positivo que a favor del matrimonio y de la familia realizan las distintas asociaciones familiares eclesiales. Por eso, "deseo invitar a todos los cristianos a colaborar, cordial y valientemente con todos los hombres de buena voluntad, que viven su responsabilidad al servicio de la familia" (Familiaris consortio, 86), para que uniendo sus fuerzas y con una legítima pluralidad de iniciativas contribuyan a la promoción del verdadero bien de la familia en la sociedad actual.
Volvamos por un momento a la primera lectura de esta Misa, tomada del libro de Ester.
La familia cristiana –padre, madre e hijos- está llamada, pues, a cumplir los objetivos señalados no como algo impuesto desde fuera, sino como un don de la gracia del sacramento del matrimonio infundida en los esposos. Si éstos permanecen abiertos al Espíritu y piden su ayuda, él no dejará de comunicarles el amor de Dios Padre manifestado y encarnado en Cristo. La presencia del Espíritu ayudará a los esposos a no perder de vista la fuente y medida de su amor y entrega, y a colaborar con él para reflejarlo y encarnarlo en todas las dimensiones de su vida. El Espíritu suscitará asimismo en ellos el anhelo del encuentro definitivo con Cristo en la casa de su Padre y Padre nuestro. Éste es el mensaje de esperanza que desde Valencia quiero lanzar a todas las familias del mundo. Amén.
Rezo del Ángelus Domini en la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia (9 de julio de 2006)
Antes de terminar esta celebración nos dirigimos a
En este momento quiero dar gracias a todos los que han hecho posible el buen desarrollo de este Encuentro. De modo particular deseo reconocer el trabajo sacrificado y eficaz de los numerosos Voluntarios de tantas nacionalidades por su abnegada colaboración en todos los actos. Un agradecimiento especial lo dedico a las numerosas personas y comunidades religiosas, sobre todo de clausura, que con su oración perseverante han acompañado todas las celebraciones.
Ahora tengo el gozo de anunciar que el próximo Encuentro Mundial de las Familias se celebrará el año 2009 en
(Anuncio del próximo encuentro en francés, inglés, alemán, italiano, portugués y polaco.)
Abrazo de corazón a todas las familias aquí presentes y a las que se han unido a esta celebración a través de la radio, la televisión u otros medios de comunicación social. Encomiendo a todas a
Ceremonia de despedida en el Aeropuerto de Manises (Valencia) - Discurso (9 de julio de 2006)
Majestades, Señor Presidente del Gobierno y distinguidas Autoridades, Señores Cardenales y Hermanos en el episcopado,
Queridos hermanos y hermanas:
1. Al concluir mi grata estancia en Valencia con motivo del V Encuentro Mundial de las Familias, agradezco vivamente a Sus Majestades los Reyes de España, a las Autoridades de
2. Confío en que, con la ayuda del Altísimo y la maternal protección de
3. Gracias por vuestra presencia aquí. Habéis venido de todos los continentes del mundo, con no pocos sacrificios que habéis afrontado y ofrecido al Señor. Os llevo en mi corazón. Mis sentimientos se unen a mi oración para que el Todopoderoso os bendiga hoy y siempre.
Telegrama de agradecimiento del Papa al Rey de España (9 de julio de 2006)
A SU MAJESTAD JUAN CARLOS I REY DE ESPAÑA
PALACIO DE
MADRID
TERMINADA MI GRATA PERMANENCIA EN ESPAÑA PARA ASISTIR AL SIGNIFICATIVO ENCUENTRO MUNDIAL DE LAS FAMILIAS EN VALENCIA DESEO MANIFESTAR MI MÁS PROFUNDO RECONOCIMIENTO A SUS MAJESTADES ASÍ COMO A LAS AUTORIDADES Y A TODO EL QUERIDO PUEBLO ESPAÑOL POR
BENEDICTUS PP. XVI.
Tuesday, August 23, 2005
Este blog queda a la espera de la Sydney 2008
Iniciativa del blog speculative catholic
Godblogging Sydney 2008
Having the next World Youth Day in Sydney in 2008 has given me the idea of having a get-together for bloggers - Australian and visiting Catholics
Ya están los blogueros australianos trabajando; este blog Especial JMJ descansa; sigue visitándome en mar adentro
Sunday, August 21, 2005
Saturday, August 20, 2005
El viaje del Papa a Colonia en la Prensa de hoy, día 20
JUAN VICENTE BOO. ENVIADO ESPECIAL
COLONIA. Una anciana de cabellos blanquísimos contenía ayer las lágrimas en la sinagoga de Colonia mientras el rabino la citaba en su discurso de saludo a Benedicto XVI. «Mi madre -dijo con orgullo Netanel Teitelbaum- lleva marcado en el brazo el número que le tatuaron en 1941 en un campo de concentración. En aquellos momentos no podía imaginar que su hijo estaría hoy aquí dando la bienvenida al Papa».
La Razón
Benedicto XVI tuvo ayer una ajetreada agenda. Por la mañana, visitó al presidente de Alemania, se reunió con la comunidad hebrea en la sinagoga de Colonia, y, por la tarde se reunió con seminaristas.
(Álex Navajas Enviado especial)
Diario de Navarra
JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD
Benedicto XVI califica el nazismo de «demencial ideología racista de matriz neopagana»
El Papa visitó esta mañana la Sinagoga de Colonia con el fin de mejorar las relaciones de la Iglesia Católica con el pueblo judío
La Gaceta de los Negocios
El Papa condena el nazismo y advierte sobre su resurgir
Se convirtió en el segundo Pontífice que visita un templo judío
Friday, August 19, 2005
El viaje del Papa a Colonia en la Prensa de hoy, día 19
Benedicto XVI saluda a medio millón de jóvenes con un exigente mensaje de generosidad radical
Al acabar el día, el Pontífice estaba a la vez agotado y rejuvenecido, después de haber pasado ocho horas saludando y hablando casi sin interrupción
(JUAN VICENTE BOO ENVIADO ESPECIAL).
La Razón
Los jóvenes también se vuelcan con Benedicto XVI
Diario de Navarra
Viernes, 19 de agosto.
VICENTE POVEDA. DPA. COLONIA.
El Papa Benedicto XVI fue recibido ayer en su tierra natal con el entusiasmo de cientos de miles de jóvenes que han acudido a Colonia con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud. El Papa se paseó entre los jóvenes procedentes de todo el mundo, quienes coreaban su nombre desde las orillas del río Rin que recorrió en barco y desde las calles de la ciudad en torno a la catedral y la residencia arzobispal.
Gaceta de los Negocios
"Vuestro entusiasmo me ayudará a vivir mi misión"
El Papa pide a los jóvenes en Colonia que alcancen la "meta justa de la vida"
(Javier Martínez Brocal. Enviado especial. Colonia )